Desde los tiempos de la épica homérica y la tragedia helénica hasta la lectura clásica que Mikis Theodorakis hizo de Odiseas Elitis en los años sesenta, los griegos siempre han combinado excelentes melodías y poemas para crear una música destinada tanto a la mente como al cuerpo, apasionante, refrescante, gozosa y melancólica, a veces al mismo tiempo, y, lo que es más importante, afirmativa de la vida.
La música griega constituye una de las tradiciones más antiguas del mundo, pues se remonta, al menos, al año 2008 antes de Cristo. Al igual que el teatro y las demás artes, la música griega antigua se hallaba estrechamente vinulada a la religión. Fue Pitágoras quien construyó el kanon (precursor del kanun y el santur) para interpretar música destinada a infundir tranquilidad al espíritu, liberándolo da las pasiones humanas. Esta idea influyó en la música sufí y, en nuestros tiempos, el pretencioso movimiento New Age reivindica también para sí el legado pitagórico.
Como todos los estilos musicales anteriores a Bach, la música griega antigua utilizaba la escala natural y se encuadraba en la gran tradición oriental. Tenía tres genii (cromático, catónico y enarmónico) y cien escalas. Los griegos utilizaban aproximadamente 3.400 instrumentos. Ente ellos figuraba el hydraulis, precursor del órgano de tubo, así como Pandourides, guitarras, liras, varvytes, xavyges, aulia y zournades, algunos de ellos procedentes de otros pueblos.
Cuando la Acadmia Platónica fue clausurada violentamente en el año 529, los filósofos, que eran también nuestros músicos y místicos, encontraron refugio en la corte de Persia, por lo que aquella música antigua sirvió de fundamento a la música persa. La música griega antigua influyó mucho en el canto gregoriano y también en la música bizantina, la música griega de la Edad Media.
Pese al carácter multicultural del imperio, el núcleo de la civilización bizantina fue griego. Incluso los Padres Cristianos interpretaban la ortodoxia con argumentos platónicos y muchos ritos provienen de los Misterios Griegos. Los griegos conservaron su música, adaptando los textos de los himnos paganos a la nueva religión. Las danzas griegas relacionadas con los Misterios pasaron a convertirse en danzas populares. Los instrumentos se conservaron en su mayoría, aunque los más importantes fueron el Hydraulis, el salterio y el tambur (éstos dos últimos provenían del kanon y el Pandouris, respectivamente, y son los precursores del ud y el saz y del kanonaki, santur o kanun). Al caer los territorios bizantinos en manos árabes, estos instrumentos pasaron a utilizarse en la música islámica.
En el siglo VI Danascio modificó el antiguo sistema musical inventando la “Parasemántica bizantina”, el sistema musical más complejo que haya existido. Aun respetando las peculiaridades locales, los bizantinos enseñaron a los pueblos serbio y sirio dos variantes de la “Parasemántica bizantina” de las que provienen, respectivamente, la música serbia y la siria. Así pues, la música bizantina está en la base de la música clásica árabe, de la balcánica y posteriormente de la otomana. Habida cuenta de que todos los grandes compositores de música otomana eran griegos, cabe afirmar que la música otomana no es sino música postbizantina.
Pero la música bizantina no sólo era de carácter sacro. Lo que ahora consideramos musica popular era la música profana bizantina que se desarrolló inicialmente en las zonas urbanas del imperio y que después se conservó en las aldeas durante la ocupación otomana. Los únicos estilos nuevos que surgieron en el siglo XIX fueron la música de klarino y las bandas de metales de la zona noroccidental de la Macedonia griega. El klarino (clarinete popular afinado en la escala natural) fue traído por los gitanos en el siglo XVIII o bien por las bandas militares bávaras de la década de 1830. Las bandas de música surgieron a raíz de la occidentalización de las bandas militares otomanas.
Aparte de las bandas y la música de klarino de Epiro y Rumelia que se hicieron típicas de la música popular griega, existen diversos estilos locales que otorgan a la música griega una variedad con la que resulta imposible competir. Está la música griega oriental de Constantinopla y Asia Menor, precursora del Rebétiko. También están las alegres danzas de las islas griegas, la aspereza de la música póntica (música de lira del Mar Negro), la masculinidad concentrada de la música cretense, las polifonías de Epiro, los sonidos balcánicos de Macedonia y Tracia y las kantades de influencia italiana de las islas jónicas (Corfú, etc.). No deja de ser una ironía histórica el hecho de que casi toda la música que ahora se importa a Grecia fuese antaño exportada desde allí a los pueblos balcánicos y del oriente mediterráneo.
Un estilo musical que goza de gran popularidad entre los no griegos es el rebétiko. Mezcla de elementos griegos y otomanos (ambos provenientes de la música bizantina), se desarrolló en los barrios griegos de Constantinopla y Esmirna (actual Iznir) en la década de 1860. Se interpretaba con instrumentos populares típicos como violín, kanonaki o sandouri, saz o baglaná y klarino. Incluía el quejumbroso canto improvisatorio denominado ananés. Con posterioridad al desastre de Asia Menor, en 1922, que obligó a exiliarse a un millón de griegos, el estilo se relacionó con los refugiados y más tarde con los bajos fondos de el Pireo, Tesalónica (o Salónica) y la isla de Siros.
A raíz de la dictadura de Ioannis Metaxás (de 1936 a 1940), el sabor oriental y los temas ilegales quedaron excluidos del rebétiko. Durante la guerra y más aún después, el rebétiko pasó a servir de entretenimiento tanto a la clase baja como a la clase media. Su principal representante fue Vasilis Tsitsanis, que fue quien introdujo la influencia occidental en la música de Mangas. El género rebétiko tocó a su fin en 1954, aunque sus mayores éxitos lo conocerían más tarde.
Bajo el influjo del rebétiko surgieron dos tipos de música: el laikó era un estilo de la clase obrera fundamentado en el sonido del Bouzouki, que también recuperaba influencias orientales. Por otra parte, el entehno era la música de compositores de formación clásica como Mikis Theodorakis y Manos Hatzidakis que combinaban la influencia del rebétiko con arreglos de estilo occidental y la poesía griega de Odisseas Elitis, Yannis Ritsos y Nikos Gatsos. Estos dos estilos musicales representaban dos mundos distintos, aunque los compositores de entehno contratasen a cantantes de laikó como Stelios Kazadzidis y Grigoris Bithikotsis.
Durante el régimen militar, el laikó quedó marginado, poniéndose de moda una variedad más ligera denominada elafrolaikó. Tras la caída de la Junta, casi todos los compositores se dedicaron a imitar la “Nueva canción”, las obras de Kurt Weill y la música política soviética, despotricando contra la música de raíz griega. Hasta 1978 no surgió un nuevo movimiento que ocupó el antiguo trono del laikó, volviendo a popularizar el rebétiko. Este movimiento sigue todavía vigente y en él se encuadran artistas como Elefthería Arvanitaki, Nikos Xidakis, Nikos Papázoglou y muchos otros.
Yorgos Pisalidis
Crítico musical
Colaborador de la Revista inglesa Folk Roots
2 comentarios:
Qué nivelazo guapetona....
Ahí es nada! Mmmm me pierde la música griega, búlgara... Una de mis favoritas-Fuerte posibilidad de Arvanitaky, Goran Bregovic, Georges Dalaras...
Un gusto esta entrada
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