lunes, 28 de enero de 2008

ORFEO Y EURÍDICE


Ovidio, Metamorfosis. Libro X, vv 1-55.



De ahí por el inmenso éter, velado de su atuendo /de azafrán, se aleja, y a las orillas de los cícones Himeneo/tiende, y no en vano por la voz de Orfeo es invocado./Asistió él, ciertamente, pero ni solemnes palabras,/ni alegre rostro, ni feliz aportó su augurio;/la antorcha también, que sostenía, hasta ella era estridente de lacrimoso humo,/y no halló en sus movimientos fuegos ningunos./El resultado, más grave que su auspicio. Pues por las hierbas, mientras/ la nueva novia, cortejada por la multitud de las náyades, deambula,/muere al recibir en el tobillo el diente de una serpiente. /A la cual, a las altísimas auras después que el rodopeio bastante hubo llorado,/el vate, para no dejar de intentar también las sombras,/a la Estige osó descender por la puerta del Ténaro,/y a través de los leves pueblos y de los espectros que cumplieran con el sepulcro,/a Perséfone acude y al que los inamenos reinos posee,/de las sombras el señor, y pulsados al son de sus cantos los nervios,/así dice: “Oh divinidades del mundo puesto bajo el cosmos,/al que volvemos a caer cuanto mortal somos creados,/si me es lícito, y, dejando los rodeos de una falsa boca,/la verdad decir dejáis, no aquí para ver los opacos/Tártaros he descendido, ni para encadenar las triples/gargantas, vellosas de culebras, del monstruo de Medusa./Causa de mi camino es mi esposa, en la cual, pisada,/su veneno derramó una víbora y le arrebató sus crecientes años./Poder soportarlo quise y no negaré que lo he intentado:/me venció Amor. En la altísima orilla el dios este bien conocido es./Si lo es también aquí lo dudo, pero también aquí, aun así, auguro que lo es/y si no es mentida la fama de tu antiguo rapto,/a vosotros también os unió Amor. Por estos lugares yo, llenos de temor,/por el Caos este ingente y los silencios del vasto reino,/os imploro, de Eurídice detened sus apresurados hados./Todas las cosas os somos debidas, y un poco de tiempo demorados,/más tarde o más pronto a la sede nos apresuramos única./Aquí nos encaminamos todos, esta es la casa última y vosotros/los más largos reinados poseéis del género humano./Ella también, cuando sus justos años, madura, haya pasado,/de la potestad vuestra será: por regalo os demando su disfrute./Y si los hados niega la venia por mi esposa, decidido he/que no querré volver tampoco yo. De la muerte de los dos gozaos.”/Al que tal decía y sus nervios al son de sus palabras movía,/exangües le lloraban las ánimas; y Tántalo no siguió buscando/la onda rehuida, y atónita quedó la rueda de Ixíon,/ni desgarraron el hígado las aves, y de sus arcas libraron/las Bélides, y en tu roca, Sísifo, tú te sentaste./Entonces por primera vez con sus lágrimas, vencidas por esa canción, fama es/que se humedecieron las mejillas de las Euménides, y tampoco la regia esposa/puede sostener, ni el que gobierna las profundidades, decir que no a esos ruegos,/y a Eurídice llaman: de las sombras recientes estaba ella/en medio, y avanzó con un paso de la herida tardo./A ella, junto con la condición, la recibe el rodopeio héroe,/de que no gire atrás sus ojos hasta que los valles haya dejado/del Averno, o defraudados sus dones han de ser./Se coge cuesta arriba por los mudos silencios un sendero,/arduo, oscuro, de bruma opaca denso,/y no mucho distaban de la margen de la suprema tierra./Aquí, que no abandonara ella temiendo y ávido de verla,/giró el amante sus ojos, y en seguida ella se volvió a bajar de nuevo,/y ella, sus brazos tendiendo y por ser sostenida y sostenerse contendiendo,/nada, sino las que cedían, la infeliz agarró auras./Y ya por segunda vez muriendo no hubo, de su esposo,/de qué quejarse, pues de qué se quejara, sino de haber sido amada,/y su supremo adiós, cual ya apenas con sus oídos él/alcanzara, le dijo, y se rodó de nuevo adonde mismo./No de otro modo quedó suspendido por la geminada muerte de su esposa Orfeo/que el que temeroso de ellos, el de en medio portando las cadenas,/los tres cuellos vio del perro, al cual no antes le abandonó su espanto/que su naturaleza anterior, al brotarle roca a través de su cuerpo;/y el que hacia sí atrajo el crimen y quiso parecer,/Óleno, que era culpable; y tú, oh confiada en tu figura,/infeliz Letea, las tuyas, corazones unidísimos/en otro tiempo, ahora piedras a las que húmedo sostiene el Ida./Implorante, y en vano otra vez atravesar queriendo,/el barquero le vetó: siete días, aun así él,/sucio en esa ribera, de Ceres sin la ofrenda estuvo sentado./El pesar y el dolor del ánimo y lágrimas sus alimentos fueron./De que eran los dioses del Érebo crueles habiéndose lamentado, hacia el alto/Ródope se recogió y, golpeado de los aquilones, al Hemo./Al año, concluido por los marinos Peces, el tercer/Titán le había dado fin, y rehuía Orfeo de toda/Venus femenina, ya sea porque mal le había parado a él,/o fuera porque su palabra había dado; de muchas, aun así, el ardor/se había apoderado de unirse al vate: muchas se dolían de su rechazo./Él también, para los pueblos de los tracios, fue el autor de transferir/el amor hacia los tiernos varones, y más acá de la juventud/de su edad, la breve primavera cortar y sus primeras flores.

Cavafis, poeta de la oscuridad



Una critica a la biografía que hace Robert Liddell del poeta C. P. Cavafis.

La biografía en general me ha parecida bastante carente de interés, excepto en algunas partes en que podemos acercarnos a algunas claves de los poemas de Cavafis. Sobre ese hueso de cereza, que puede ser bastante útil e interesante, se levanta una serie de detalles de mal gusto sobre la persona. La situación económica de la familia puede ilustrarnos sobre algunos aspectos o comportamientos del autor, pero no creo que deba ser una constante en su vida. La relación con sus hermanos y su madre no queda reflejada en su obra (aunque si parece interesante su relación con su madre, en realidad no se analiza, solo se menciona), así como otros detalles insulsos sobre si le gustaba o no comer dulces o beber ouzo. Creo que si se quitara estas informaciones banales y se interpretara su obra, en relación a las etapas de su vida (juventud/vejez) y los lugares en que vivió y paseó, tendríamos una imagen más clara del poeta. Si podemos quizá destacar la muerte de su amigo Mikés Ralis, que inspiró el poema Voces de septiembre de 1889:

“Voces ideales y amadas
de quienes murieron o de quienes hemos
perdido ya como si estuvieran muertos.”

Donde podemos volver a sentir una frase odiosa y homofóbica en su formulación: “La amargura de su pena demuestra que Kavafis era más capaz de amar de un modo no sexual de lo que alguna vez se ha supuesto”, ésta frase, propia de un lumbreras, me parece una de las más absurdas e insensibles del autor, Robert Liddell, para con el poeta. La duda ofende, ¿acaso era Cavafis incapaz de amar a un amigo por el simple hecho de ser homosexual? ¿acaso un homosexual no puede amar a una persona de su mismo sexo, sin pretender contacto sexual alguno? ¿es que un homosexual no puede tener simplemente “amigos”? Creo que el autor del libro se enfrentó a un tema para el que él mismo no estaba preparado. Esta frase no sólo es desafortunada, sino que deshumaniza por completo a Cavafis, en la duda de si era más o menos capaz de amar de un modo no sexual queda una especie de eco sutil en el aire: “homosexual” = “obseso, depravado, promiscuo.”

Si deja constancia del obstáculo que era para él escribir, crear, cuando tenía que perder el tiempo en su trabajo como funcionario en el Servicio de Riegos (Pag 108.), Se trata del poema Satrapía (25) de 1910.

“Que adversidad, estar hecho
para bellas y grandes obras
y que tu mala suerte, siempre,
te niegue ánimos y éxito,
que te encuentres impedido
por mezquinas costumbres...”

El día 23 de febrero de 1919 Alexándros Singópulos pronuncia una conferencia sobre Cavafis en la que lee cuatro poemas considerados autobiográficos y cuyo análisis responde a la lectura del propio poeta (páginas 192-195): Riesgos (30), Fui (40), Lejos (43), y Vuelve (37). Se establece allí como una opinión de Cavafis, la de que el artista no puede llevar en su juventud una vida disciplinada; para el artista la vida disciplinada es imposible y no sería correcta. Kavafis no quiere decir que el artista deba disiparse, sino que debe liberarse, tal como dice en Fui (1913):

Nada me retuvo. Me liberé y fui.
Hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
a través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
sólo los audaces beben el placer.

Lejos contiene el recuerdo de la época en que empezó por vez primera a darse una vida de placer. Resulta comparado con Vuelve, que es enteramente sensual, o con Una noche (53). Para acabar, Singópulos leyó Cirios (6) y se refirió al miedo del poeta a la vejez. En el poema una hilera de cirios apagada detrás de nosotros conforman el pasado, los días consumidos, mientras los días del futuro son velas encendidas que tenemos delante, la vida que nos queda por vivir. El poeta tiene miedo de mirar hacia atrás y ver cómo crece la hilera de velas apagadas. Con éste también se relaciona el poema Anciano (5), que no se menciona en la biografía, pero en el que Cavafis expresa también el miedo a no aprovechar las oportunidades que le brinda la vida y lamentarse después, ya viejo, de las ocasiones perdidas.

Tras esta especie de breve reseña, en la que a veces he tenido más en cuenta lo que no dice explícitamente Robert Liddell, pero si sugiere desafortunadamente, y un acercamiento a algunos temas de Cavafis, he divido en dos partes este ejercicio de buscar las referencias que el poeta hace en su obra. De todas maneras, insisto en dejar constancia de que Liddell a veces desvirtúa al autor. Es verdad que Cavafis no cree en los héroes, y que piensa que “el verdadero artista no es como un héroe mítico que tenga que escoger entre virtud y vicio, sino que se servirá de ambas y las amará, a ambas, igualmente”, quizá el autor del libro haya tenido presente esta afirmación del poeta para confeccionar su biografía, pero aún así no creo que ésta sea una biografía de Cavafis. Una vida debe ser contada por el propio protagonista, y aunque es una osadía por mi parte suponer en una posible biografía hecha por el propio autor, como ya he sido osada en estas páginas, me voy a atrever con esta suposición: Si Cavafis leyera estas páginas se horrorizaría de leer muchas de las suposiciones que hace el autor (hechos insustanciales en los que se recrea el ojo del vecino), así como de los muchos prejuicios que vierte sobre su vida sexual. Si Cavafis hubiera hecho su propia biografía seguramente estaría hecha de las impresiones y los aromas que plasma en su obra poética.

A) Cavafis filohelenísta. Κ. Π. Καβάφης es un autor que mostró poco interés por las cuestiones políticas de la Grecia de su tiempo, fue sin embargo, un filohelenísta. Su pasión fue el mundo helenístico. Éste creciente sentido de helenidad parece haber comenzado a su vuelta de Constantinopla. En esta línea escribe: Termópilas (3) escrito en Enero de 1901, Esperando a los bárbaros (16), Satrapía (24), 27 de Junio de 1906, 2 de la tarde o Yusef Huseyn Selim.

A pesar de existir una incompatibilidad entre su trabajo de funcionario y su labor creadora, esto no pareció impedirle leer e instruirse, de hecho sus poemas son de lo más erudito. Su trabajo en la Sección de Riegos parece no dejarle mucho tiempo para su labor como creador, aunque parece lógico que un hombre acostumbrado a leer pudiese sacar tiempo fácilmente para ello. Quedan algunas notas de gran interés relativas a sus lecturas: Scholia a Ruskin, escritos en griego, comentarios al margen de las Selections from the Writtings of John Ruskin, etc. (Pág. 137). En sus comentarios acerca de esta obra puede rastrearse su concepción de la poesía:

“No es por el modo de representación o de dicción, sino por lo que es representado o dicho, que ha de determinarse finalmente la grandeza tanto de un pintor como de un escritor.” Ruskin, Modern Painters I. .ii. 2, SS 1-4.
“La mayor parte de las obras del arte más noble han llegado a serlo gracias al modo de representación o de dicción.” Kavafis.

“La poesía consiste en "sugerir, por medio de la imagínación, motivos nobles para nobles emociones" [...]. Estas pasiones, en sus varias combinaciones, constituyen lo que se llama "sentimientos poéticos", cuando se basan en motivos nobles, es decir, en motivos grandes y verdaderos. La indignación, por ejemplo, es un sentimiento poético cuando se origina a causa de una injuria seria, pero no lo es si se mantiene sobre la base de una pequeña suma de dinero estafada […] Ruskin, ibid, iii-iv I. SS 13-14.


“El artista que representa cosas brutales y vicios, y no para censurarlos, es absolutamente condenados por Ruskin, ibid, iii.iv.3, SS5,6,9) Precisamente la primera característica del artista es desatendida –calma de espíritu y completo perdón de cuanto despierta la indignación y censura de lo vulgar-. El verdadero artista escribe con serenidad de espíritu.

El verdadero artista no es como un héroe mítico que tenga que escoger entre virtud y vicio, sino que se servirá de ambas y las amará, a ambas, igualmente.” Kavafis.

Entre sus mismos libros, en principio adquiridos entre 1890 y 1903, se encuentran cincuenta volúmenes de griego antiguo: La Ilíada, Filóstrato, la Antología Palatina, Teócrito, Bión, Mosco (no hay sin embargo ningún ejemplar de Calímaco). De autores latinos encontramos: Suetonio, Salustio, Catulo, Propercio, y Marco Aurelio (que como sabemos escribió en griego). Aunque los poemas de Kavafis demuestran con creces su conocimiento del mundo antiguo y bizantino, tampoco había en su biblioteca los originales de estas fuentes. Tenía: las obras de Gibbon, Mommsen (en inglés), Grote, Hystory of Egipt, Under the Ptolomaic Dynasty de Mahaffy y House of Seleucus de Bevan. También tenía otras obras históricas sobre temas que no eran de su campo. De entre sus libros neohelénicos en prosa, los Viajes de Psijaris y los Ídolos de Roidis. Etc.

Kavafis estaba muy interesado en le período helenístico. Dice Malanós: “En los diecisiete años que lo traté (1916-1933) nunca compró libros nuevos y si tomaba alguno en préstamo era una obra histórica que precisaba para su poesía.” “Su curiosidad es de una clase que versa más bien sobre el pasado […]. El pasado es la vida que su poesía necesita, la “atmósfera de su imaginación.”

Y así es, Cavafis lo que hace es un ficción histórica. Valgan aquí otros ejemplos más, Reyes Alejandrinos (35), Antíoco de Magnesia (54), Demetrio Soter (89).

“El pasado está siempre presente en la poesía de Kavafis, y el presente (o más bien lo reciente) aparece en ropaje de pasado” En Días de 1909, 1910 y 1911 (140) se refiere a un muchacho pobre que trabaja en casa de un herrero y que se prostituye por un poco de dinero.

Pero se equivocan quiénes quieren ver en sus poemas referencias a hechos del momento. En la biografía de Liddell leemos cómo se escandalizaba Kavafis al oír la interpretación que de A los combatientes por la Liga aquea (105) hacía Yorgos Seferis, que quería ver una referencia a la catástrofe de 1922 cuando Asia Menor y Esmirna fueron destruidas por los turcos, quedando un millón y medio de griegos sin hogar. Podemos suponer y algunos datos hay de lo que le había impresionado la guerra balcánica de 1912-1913, pero no ha dejado huellas en su obra. Igualmente ocurre con otros hechos. A Cavafis no le gustaba que sus poemas parecieran vinculados a hechos actuales definidos. Quizá Cavafis no quiso interpretar los hechos de su tiempo, pensando que el tiempo es el que va poniendo las cosas en su sitio, o es el que da la perspectiva suficiente para un conocimiento profundo de la situación. No lo sabemos. Lo que si sabemos es que es el pasado el que nutre su obra, pero los hechos del pasado son también un fármaco para el futuro, quizá su poesía, su ficción histórica, bien leída e interpretada se nos alce como un remedio infalible para el presente y el futuro, y por eso Cavafis hace surgir su obra conscientemente con una marcada pretensión de universalidad.

B) Cavafis ¿filosófico? ¿Erótico?

“Esta tarde me pasó por la cabeza escribir sobre mi amor. Y sin embargo no voy a hacerlo, tal es la fuerza que tienen los prejuicios. Yo me he liberado de ellos, pero pienso en quienes son sus esclavos y bajo cuyos ojos podría caer ese papel. Y me detengo. ¡Qué pusilánime! Anotaré, con todo, una letra -T- como símbolo de este momento. 9.11.1902.”

Se ha entendido la letra T como una referencia a la homosexualidad de Cavafis. No sabemos con exactitud qué significaba para él esta letra. Probablemente suple el nombre de una persona, como es el caso en la lista de gente que recibió el volumen de 1910. Malanós ha preferido interpretarla como la inicial del poema Muros (en griego, Τείχη):

Χωρίς περίσκεψιν, χωρίς λύπην, χωρίς αιδώ
Μέγαλα κ’υψηλά τριγύρω μοθ έκτισαν τείχη.

Και κάθομαι και απελπίζομαι τώρα εδώ
Άλλο δέν σκέπτομαι. Τόν νούν μου τρώγει αυτήν η τύχη.

Διότι πράγματα πολλά έξω να κάμω είχον.
Α όταν έκτιζαν τά τείχη πώς να μην προσέξω.

Αλλά δέν άκοθσα ποτέ κρότον κτιστών ή ήχον.
Ανεπαιςθήτως μ’ έκλεισαν από τον κόσμον έξω.


Sin miramientos, sin pena, sin respeto,
Levantaron en torno a mí grandes y altos muros.

Y ahora estoy aquí dentro y me desespero.
No pienso en nada más: este destino me devora la razón;

Porque tenía tantas cosas que hacer fuera.
Ah, ¿cómo no me fijé cuando levantaban los muros?

Pero no oí que hicieran ruido ni que hablaran.
Sin darme cuenta me encerraron fuera del mundo.

¿Se refiere a la homosexualidad? Hay opiniones para todos los gustos. Lo más importante, en todo caso para su interpretación es ponerlo en relación con lo que dijo Cavafis: “Por otro lado, uno vive, uno oye, uno entiende y los poemas que uno escribe, aunque no sean verdad para la vida real de uno, son verdad para otras vidas [cita entre otros, Muros y Termópilas] –no de un modo general, naturalmente, sino de modo especial-y el lector con cuya vida se aviene el poema lo admite y le presta crédito, lo cual resulta probado por las preferencias de Xenópulos (Muros, Cirios) […]” La sensación y la claustrofobia de Muros ha de haberse repetido en otras vidas, esto es lo que le interesa a Cavafis: “Si nunca durante un día, o durante una hora, me he encontrado como el hombre que hay en Muros o como el hombre de Ventanas, el poema se basa en algo real, en algo real de breve existencia pero que, por la razón de haber sido una vez, puede repetirse en otra vida, quizá durante menos tiempo, quizá durante más.” Éste tema se repite en Ventanas (11), está conectado con el tedio que hay en Esperando a los bárbaros (16), además de ser sin duda la inspiración de La ciudad (23). El enclaustramiento, el encierro involuntario, el paso del tiempo, el “taedium vitae” son temas sobre los que reflexiona Cavafis en muchos de sus poemas, temas éstos que están conectados con su homosexualidad. En principio debemos intentar ponernos en el lugar del poeta, su lugar de nacimiento, su familia, las circunstancias históricas del momento, etc. Evidentemente ninguna de las circunstancias que le rodeaban eran favorables (casi nunca hay nada favorable para la manifestación de lo “homosexual” en cualquier orden de la vida, ni siquiera en la actualidad). El poeta no se aparta ni se aísla voluntariamente, sino que el mismo dice: “Sin darme cuenta me encerraron fuera del mundo”, si alguna vez intentó manifestarse, inmediatamente se encontró con el muro entre él y los demás, un muro ya construido entorno a él, incluso antes que tomara él mismo conciencia de su homosexualidad, con lo cual el poeta se siente “un apartado”, “un proscrito”. Este hecho influirá en su visión de las cosas, no puede manifestar su amor, con lo cual su amor se convierte en secreto. El ocultamiento, lo vuelve triste, apático, contenido, por eso Cavafis, no es un poeta que exalte la vida y sus placeres a viva voz y en grito, sino que es en todo moderado y comedido, taimado. La vida le produce tedio, porque él no puede disfrutar de la vida en su totalidad, ni permitir testigos de su vida, él es un respetable funcionario de día; de noche, a escondidas, en secreto, en silencio, desea, busca, ama. Sólo tiene esta opción, no puede ir a ningún otro sitio, ningún otro país, ninguna otra ciudad será diferente, para él todas le ofrecerán lo mismo. La ciudad (23):

Has dicho: Me iré a otra tierra, me iré a otro mar.
Ha de haber alguna otra ciudad mejor que ésta.
Cada vez que intento algo, una sentencia me condena
Y mi corazón, como un cadáver, yace sepultado.
¿Hasta cuándo ha de estar mi razón sumida en el marasmo?
Dondequiera que vuelva mis ojos o que mire,
Veo negras ruinas de mi vida, aquí
Donde tantos años he pasado, he arruinado, he destrozado”

Nuevos lugares no hallarás, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá. Te perderás por las mismas
Calles. Y envejecerás en los mismos barrios;
Y te saldrán canas en las mismas casas.
Siempre llegarás a la misma ciudad. No esperes que haya
Barco ni camino para ti hacia otra parte.
Tu vida, tal como la has arruinado aquí,
En este pequeño rincón, por todo el mundo la has destrozado.

Y es que su ciudad queda dentro de los muros de su carne, de su cuerpo, de su vida, a donde quiera que vaya lo rodeará el mismo muro de silencio entre él y los demás. No hay ciudad donde su vida nocturna, la de los deseos, la de la carne, que es también la de su amor, y es también su alma, se pueda hacer de día, bajo el sol que todo lo ve.

Creo que a la hora de interpretar su obra, no se puede hacer una división tajante entre sus poemas filosóficos y sus poemas eróticos, la homosexualidad no es un aspecto unívoco en la vida de una persona, sino que invade todas las esferas, incluso cuando más se intenta arrojar a los abismos del silencio, más altos se levantan los muros a tu alrededor, más gritan de dolor los deseos ocultos, más frustrada se ve una vida si se encierra en la noche para ocultarla. Y entonces la noche es una piel que se tensa sobre la cabeza del día, a fin de que el día sufra tormento. Los muros son su destino a dónde quiera que vaya. Y entonces Jura (51) durante el día:


ΟΜΝΥΕΙ (1915)

Ομνύει κάθε τόσο ν’αρχίσει πιο καλή ζωή.
Αλλ’όταν έλθ’ η νύχτα με τες δικές της συμβουλές,
με τους συμβιβασμούς της, και με τες υποσχέσεις της·
αλλ’ όταν έλθ η νύχτα με την δικη της δύναμι
του σώματος που θέλει και ζητεί, στην ίδια
μοιραία χαρά, χαμένος, ξαναπηαίνει.

Jura una y otra vez que rehará su vida.
Mas al llegar la noche y sus consejos,
Con sus promesas, y sus ofrecimientos;
Al llegar la noche con el poder
Del cuerpo que desea y exige, al mismo
Fatal placer, perdido, se dirige de nuevo.



Pintura (52) (1915).

A mi trabajo entrego corazón y alma.
Pero hoy la languidez de la composición me desanima.
El día influye en mí. Su forma se oscurece
cada vez más. Arrecia el viento y llueve.
Prefiero contemplar antes que escribir.
Ahora, en esta pintura miro
A un hermoso muchacho tendido junto a un arroyo,
Fatigado, supongo que de correr.
Qué hermosa criatura; qué divino mediodía
Lo ha sorprendido sosegándolo en el sueño.-
Me siento y largo rato lo contemplo.
Y en el arte descanso de su esfuerzo.

Poemas en los que habla de amantes y de muchachos tiene muchos, no es nuestro propósito recogerlos todos aquí, algunos en los que muestra el sórdido mundo de los prostíbulos donde pasó algunas noches, en los que se puede apreciar su desprecio no por lo que hacía, sino por los lugares a los que estaba relegado por la sociedad, poemas en los que recuerda amores y cuerpos de los que gozó en su juventud, etc.: Grises (60), Recuerda, cuerpo, recuerda (75), En la escalera, En el teatro, y muchos otros. En Me acosté y me estiré en sus camas escrito en septiembre de 1915 habla de lo sórdido de los lugares.

Si quiero dejar constancia, de algunas opiniones homofóbicas del autor del libro, Robert Liddell, cuando hace asociaciones como “obseso homosexual”, “un esclavo de sus apetitos”, o “no parece que Kavafis hubiera tenido nunca confidentes y desafortunadamente no sabemos si sus sentimientos anduvieron de algún modo implicados en su vida sexual”. No dejar constancia sobre sus amores es una consecuencia más de sus muros, de su ciudad pequeña, de su isla. Tener que suponer que la vida sexual y la vida amorosa no tienen nada que ver es hacer la misma división que se hacía entre la Venus Volgibaga y la Venus Urania en la Antigüedad, pudo tener “amores ocasionales, nocturnos, puramente carnales” y “amores platónicos” inconfesables, quizás éstos aún permanezcan ocultos entre las líneas de sus poemas. Si es verdad que no tenemos noticias de ellos, tanto más verdad es que desde luego porque estaban “implicados en su vida sexual” es precisamente por lo que no los conocemos. No creo que fuese para él fácil declarar a alguien su amor de día, él estaba relegado a la noche, y puesto que en su juventud, aún no lo vivía con normalidad, no frecuentaría muchas veces un mismo cuerpo, un mismo ser. Además él mismo afirma haber odiado los amores rutinarios.

Voluptuosidad (72) (1917).

La delicia y el perfume de mi vida es la memoria de esas horas
En que encontré y retuve el placer tal como lo deseaba.
Delicias y perfumes de mi vida, para mí que odié
Los goces y los amores rutinarios.

La edición de los poemas de Cavafis consta de 154 poemas. A éstos algunos añaden otros poemas no incluidos por el autor. En Konstantinos Kavafis. Poesías completas con traducción y edición de José María Álvarez, Madrid, 1997, se incluyen en dos partes:

-Los 154 poemas que su autor quiso que quedarán como su obra definitiva.
-Los 89 restantes, “no recopilados por su autor”.

En esta última parte se encuentra Lo oculto (Abril de 1908).

Nunca descubrirán quién fui
En lo que hice o he dicho.
Algo ahí tergiversa
Los hechos de mi vida, sus fines.
Algo que me detenía muchas veces
Cuando iba a hablar.
Sólo en mis hechos más oscuros
Y en mis escritos secretos:
Sólo en ellos puede comprendérseme.
Tal cuidado, tal esfuerzo en ocultarme.
Cuando el tiempo pase, en una sociedad mejor,
Habrá seguramente personas creadas como yo
Y actuarán libremente.

Cavafis no quiso que éste fuese un poema que formase parte de su obra, quiso quedárselo para sí, para él quizá como muchas otras cosas de su vida que no sabemos ni sabremos, quizá las cosas importantes “lo oculto” incluye muchas cosas que aclararían su vida y su obra, pero él no quiso entregárnoslas. Por eso, Kavafis. Una biografía, de Robert Liddell, es un vano intento de aclarar la vida y obra del autor. Llena de datos irrelevantes, dispersos, intangibles del poeta que oscurecen más su figura. No parece una biografía de Cavafis, sino una biografía de la familia de Cavafis. Todos son conjeturas, opiniones en ocasiones vanas, sin fundamento, de personas que no lo comprendieron bien. El muro que levantaron sobre él, fue el muro en el que vivió, en el que escribió, no parece que quiera tampoco darse a conocer en un mundo que no lo iba a entender: “Nunca descubrirán quién fui/En lo que hice o he dicho./Algo ahí tergiversa/Los hechos de mi vida, sus fines./Algo que me detenía muchas veces/Cuando iba a hablar.” [...] “Cuando el tiempo pase, en una sociedad mejor,/Habrá seguramente personas creadas como yo/Y actuarán libremente.”



Κωνσταντίνος Καβάφης, Ιθάκη.

Σα βγεις στον πηγαιμό για την Ιθάκη,
να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος,
γεμάτος περιπέτειες, γεμάτος γνώσεις.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον θυμωμένο Ποσειδώνα μη φοβάσαι,
τέτοια στον δρόμο σου ποτέ σου δεν θα βρείς,
αν μέν' η σκέψις σου υψηλή, αν εκλεκτή
συγκίνησις το πνεύμα και το σώμα σου αγγίζει.
Τους Λαιστρυγόνας και τους Κύκλωπας,
τον άγριο Ποσειδώνα δεν θα συναντήσεις,
αν δεν τους κουβανείς μες στην ψυχή σου,
αν η ψυχή σου δεν τους στήνει εμπρός σου.
Να εύχεσαι νάναι μακρύς ο δρόμος.
Πολλά τα καλοκαιρινά πρωϊά να είναι
που με τι ευχαρίστησι, με τι χαρά
θα μπαίνεις σε λιμένας πρωτοειδωμένους·
να σταματήσεις σ' εμπορεία Φοινικικά,
και τες καλές πραγμάτειες ν' αποκτήσεις,
σεντέφια και κοράλλια, κεχριμπάρια κ' έβενους,
και ηδονικά μυρωδικά κάθε λογής,
όσο μπορείς πιο άφθονα ηδονικά μυρωδικά·
σε πόλεις Αιγυπτιακές πολλές να πας,
να μάθεις και να μάθεις απ' τους σπουδασμένους.
Πάντα στον νου σου νάχεις την Ιθάκη.
Το φθάσιμον εκεί είν' ο προορισμός σου.
Αλλά μη βιάζεις το ταξίδι διόλου.
Καλλίτερα χρόνια πολλά να διαρκέσει·
και γέρος πια ν' αράξεις στο νησί,
πλούσιος με όσα κέρδισες στον δρόμο,
μη προσδοκώντας πλούτη να σε δώσει η Ιθάκη.
Η Ιθάκη σ' έδωσε το ωραίο ταξίδι.
Χωρίς αυτήν δεν θάβγαινες στον δρόμο.
Αλλο δεν έχει να σε δώσει πια.
Κι αν πτωχική την βρεις, η Ιθάκη δεν σε γέλασε.
Ετσι σοφός που έγινες, με τόση πείρα,
ήδη θα το κατάλαβες η Ιθάκες τι σημαίνουν.



jueves, 24 de enero de 2008

Militia amoris


Militia amoris. Se trata de uno de los tópicos más fértiles de la literatura erótica, y consiste en concebir el amor y todas sus vicisitudes como una empresa bélica.El amor es una especie de milicia.

Militat omnis amans, et habet sua castra Cupido

Ovidio, Amores, I, 9, 1

Es soldado todo amante y Cupido tiene su campamento propio.


Militiae species amor est; discedite, segnes:
Non sunt haec timidis signa tuenda viris.
Nox et hiems longaeque viae saevique dolores
Mollibus his castris et labor omnis inest

Ovidio, Ars amatoria, II, 233-236


¡Apartaos los que seáis flojos! Estas enseñas no deben ser defendidas por gentes pusilánimes. Noches, borrascas, largos caminos, crueles dolores y toda clase de trabajos entran en este campamento del placer.

(Traducción de José M. García de la Mora)

Furor amoris


El tópico furor amoris es el que expresa la concepción del amor como una locura, como una enfermedad mental que niega todo poder a la razón.

Excute virgineo conceptas pectore flammas,
si potes, infelix. Si possem, sanior essem;
sed trahit invitam nova vis, aliudque cupido,
mens aliud suadet: video meliora proboque,
deteriora sequor.

Ovidio, Metamorfosis, VII, 17-21.

¡Arroja de tu corazón virginal las llamas que te consumen, si puedes desdichada! Si yo pudiera, sería más dueña de mí; pero me arrastra, contra mi voluntad, una fuerza insólita, y una cosa me aconseja mi deseo, otra mi razón: veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor.

(Traducción de A. Ruiz de Elvira).

martes, 22 de enero de 2008

AVE FÉNIX, EL QUE RESURGE DE LAS CENIZAS.




El origen del Ave Fénix viene de los desiertos de Libia y Etiopía. Aun así, su nombre proviene del griego «phoinix» que significa rojo. Se le consideró un animal fabuloso, una especie de semidiós según la tradición, el Ave Fénix se consumía por acción del fuego cada 500 años, y un Ave Fénix nueva y joven surgía de sus cenizas.
Los griegos le dieron el nombre de Phoenicoperus, esto es alas rojas, apelativo que se extendió por toda la Europa romana y ha sido posteriormente adoptada para denominar al gran flamenco por todos los científicos del mundo. Para el pueblo griego consistía en un pájaro que, con sus alas perfumadas de deliciosos olores, se dirigía hacia el altar del sacerdote Heliópolis, donde se incendiaba el mismo con el fuego. Al día siguiente de su muerte, aparecía un gusano pequeño en el mismo lugar que se transformaba un día después en un gran pájaro adulto.
Es un ave mitológica fabulosa que vivía en los desiertos de Arabia, su aspecto era parecido al de una garza, del tamaño de un águila, y tenía 2 largas plumas a modo de cresta. Para los egipcios era como el símbolo de la inmortalidad y dios protector de los muertos, debido a que tenia una estrecha relación con el renacimiento, decían que tenia un color rojo y plumas de oro, y en su honor le dedicaron un templo en Heliópolis que fue la ciudad sagrada del Fénix, donde volvía cada 500 años para morir y renacer ya que este es su principal papel, renacer y crearse a sí mismo.
En el reino medio se decía que era el guía del sol, y se le asoció con el planeta Venus, se representaba como una garza, que a veces lleva la corona blanca y dos plumas o la corona Atef o el disco solar. Los cristianos lo adaptaron como símbolo de resurrección.
Según Heródoto un historiador griego, cada 500 años el ave creaba una hoguera de incienso en la que ardía y de la que surgía un gusano que con el calor se transformaba en un nuevo Fénix.


EL FÉNIX, AVE DE LUZ.

Solo hay un ave Fénix, gentil, bella y amable y todas las aves la adoran. Son tantas las aves en el mundo, que si levantaran el vuelo a un mismo tiempo, el cielo se oscurecería. Pero existe solamente un ave Fénix. De ella se afirma que es como el sol por vivir en el cielo llena de esplendor. También se dice que nace del fuego y muere en el fuego, como el sol que aparece con el brillo dorado de la aurora y muere en el rojo atardecer. Pensemos en el ave Fénix, del tamaño de un águila, con su plumaje de púrpura y oro, de rojo y naranja, de verde, escarlata y rosa, más brillante que el arcoiris, a quien las aves, sus congéneres, "llaman el dador de vida".

Se cree que el ave Fénix vive mil años, que renace cuando muere y que su juventud es perenne. Cuando al ave Fénix le llega la hora de su fin, construye un nido de sándalo y otras maderas y hierbas resinosas y perfumadas, en lo alto de una montaña de la lejana Arabia, donde vive. Echado sobre él, abriendo las esplendorosas alas, la luz del sol consume ave y nido, mientras el Fénix canta su más bella canción y todo queda convertido en perfumadas cenizas. Pero entre los restos del incendio aparece un huevo, que el calor del sol se encarga en empollar; y aquí que nuevamente nace le ave Fénix, brillante como la luz del sol y aliemntedo por ella. Cuando ha crecido suficiente, el jóven pájaro recoje las cenizas maternales volando hacia Egipto, las esparce en el templo de Osiris, el dios-sol. Entonces durante mil misteriosos años, el nuevo Fénix cuida el mundo y a sus criaturas, hasta que le llega la hora de morir.

"¡Que admirable es!, cantan los pájaros al amanecer y se elevan hacia el Fénix para embriagarse de su luz". "Pero ¡cuán triste debe estar!, suspira una paloma, al sentirse tan sólo en este mundo."
Blythe, Bestias Fabulosas.

El Ave Fénix

Soy el último en tu camino
la última primavera y última nieve
la última lucha para no morir.

Y henos aquí más abajo y más arriba que nunca.

De todo hay en nuestra hogera
Piñas de pino y sarmientos
Y flores más fuertes que el agua

Hay barro y rocío

La llama bajo nuestro pie, la llama nos corona
A nuestros pies insectos, pájaros, hombres
Van a escaparse.

Los que vuelan van a posarse.

El cielo está claro, la tierra en sombra

Pero el humo sube al cielo
El cielo ha perdido su fuego.
La llama quedó en la tierra.
La llama es el nimbo del corazón

Y todas las ramas de la sangre
Canta nuestro mismo aire.

Disipa la niebla de nuestro invierno
Hórrida y nocturna se encendió la pena
Floreció la ceniza en gozo y hermosura
Volvemos la espalda al ocaso.

Todo es color de aurora.

Paul Eluard (Francia, 1895-1952).


Arde en la hoguera de su propio vuelo.
Bajo el cuerpo de lumbre ella es el Sol.
Su resplandor la atrae y la convierte
en ceniza.


Viaja a su íntima noche, se asimila
al leve polvo errante de los muertos.
Pero entre lo deshecho se rehace.
Toma fuerzas del caos, se teje en luz
Y amanece en la llama indestructible.
Pacheco