Tributo a W.K.W. o la imposibilidad del amor (agosto de 2006)
Todo el tiempo y el espacio
Se confabula en un instante
En esta pupila mía infiel
Como si acatara los dominios inciertos
De un divino pecado
Que abrasa como fuego
El corazón de mis ángeles malditos.
Entre el diablo y yo un túnel,
Un canal de silencio que adora la belleza
Y un humo, un humo que crece
En la atmósfera, inundando el amor.
Tu calada y mi calada
Las cenizas que sellan y silencian
este amor tuyo y mío
que se alza como el humo
incierto y sinuoso sobre un túnel silencioso.
Todo el tiempo y el espacio
Se confabula en un instante
En esta pupila mía infiel
Como si acatara los dominios inciertos
De un divino pecado
Que abrasa como fuego
El corazón de mis ángeles malditos.
Entre el diablo y yo un túnel,
Un canal de silencio que adora la belleza
Y un humo, un humo que crece
En la atmósfera, inundando el amor.
Tu calada y mi calada
Las cenizas que sellan y silencian
este amor tuyo y mío
que se alza como el humo
incierto y sinuoso sobre un túnel silencioso.
Flor dichosa
¡Oh mujer que te abres de columna
para mi
mostrando en expansión
tu flor de amor,
tu flor de pulpa
caliente,
sedosa,
de amor.
¡Oh, tus labios
sellados de silencio
tu corazón,
tu cerebro!
¡Oh flor dichosa de pecado!
irreverente siempre,
impenitente,
corazón,
tu boca de amor oculta,
¡enciérrame de muslos
en tu templo maravilla!
¡Oh mujer que te abres de columna
para mi
mostrando en expansión
tu flor de amor,
tu flor de pulpa
caliente,
sedosa,
de amor.
¡Oh, tus labios
sellados de silencio
tu corazón,
tu cerebro!
¡Oh flor dichosa de pecado!
irreverente siempre,
impenitente,
corazón,
tu boca de amor oculta,
¡enciérrame de muslos
en tu templo maravilla!
[1]
Yo no reparé en tus pies entonces,
Yo no reparé en tus pies entonces,
sino en tus ojos,
te recorrí desde las alturas de tu cráneo
de onduladas caricias
hasta el final de tus tobillos
redondos, delicados,
blandiendo tu figura firmes.
Fueron demora de mis ojos tiernoS
Fueron demora de mis ojos tiernoS
tus piernas, columnas de ensueño.
Me detuve un instante en las asas
de tus nutricias caderas
recogidas en la mariposa enhiesta
de tu cintura hecha para mi mano,
seguí por tu pecho
Me detuve un instante en las asas
de tus nutricias caderas
recogidas en la mariposa enhiesta
de tu cintura hecha para mi mano,
seguí por tu pecho
de suspiros alfombrado,
por tus hombros, por tu cuello,
y por fin llegué a tu rostro
extraño, hermoso,
a tu boca de luna,
a tus ojos ahuecados, perdidos,
mirando allá a lo lejos,
detrás, muy detrás de mi.
No reparé en tus pies entonces,
y por fin llegué a tu rostro
extraño, hermoso,
a tu boca de luna,
a tus ojos ahuecados, perdidos,
mirando allá a lo lejos,
detrás, muy detrás de mi.
No reparé en tus pies entonces,
sino después, mucho después,
cuando te llevaron frente a mi.
cuando te llevaron frente a mi.
[2]
Quiero que fijes para siempre tus ojos
en los maderos de mi cruz
quiero que destilen con tus besos
gotas de sangre
que rueden
gotas de sangre
que rueden
calientes
por mí,
sorteando las venas de un destino,
sorteando las venas de un destino,
que manchen
como vino impregnando papel
la corteza de hueso de tu piel.
como vino impregnando papel
la corteza de hueso de tu piel.
[3]
Hoy me he levantado en progresiva instancia del mañana,
hoy quisiera ser amasijo de dicha preparada,
hoy quisiera ser el ala nocturna de tu ala,
el cerebro palpitante de tu sexo,
el camino celebrado de tu olvido,
hoy quisiera, corazón, morir contigo, amor.
[4]
Como astilla de luz penetrante
te colaste dulce amada mía
horadando de pura nieve
mi noche oscura.
Como clavos amargos
de un Salvador
ahuecaste de puro dolor
esta alma mía
que es mi carne
esta carne mía
que es mi alma,
como astilla de luz penetrante
te colaste dulce amada mía.
Estrepitoso ruido, farragoso.
¡Quema de fuego esta agonía
de estar solo
el corazón
de estar solo.
Viérteme de frescura tu canción de ayer
que resuena en mi tórax
de latón un ruido
ennegrecido, farragoso,
estrepitoso, de ser ruido,
de eco, de estar solo.
¡Quema de fuego esta agonía
de estar solo
el corazón
de estar solo.
Viérteme de frescura tu canción de ayer
que resuena en mi tórax
de latón un ruido
ennegrecido, farragoso,
estrepitoso, de ser ruido,
de eco, de estar solo.
Dolor de huesos
Mi corazón acaba de pedirme deseo
pero la carne está acechada por los dolores del alma
y el sexo esta en huelga desde que te fuiste el día
que yo esperaba.
Mi alma se ha levantado aquejada de bronquitis aguda
y mi carne ha sentido su dolor profundo
se he entristecido el deseo y está llorando,
el corazón ha pedido ayuda al cerebro,
pero mi razón está afectada por un dolor de huesos.
Mi corazón acaba de pedirme deseo
pero la carne está acechada por los dolores del alma
y el sexo esta en huelga desde que te fuiste el día
que yo esperaba.
Mi alma se ha levantado aquejada de bronquitis aguda
y mi carne ha sentido su dolor profundo
se he entristecido el deseo y está llorando,
el corazón ha pedido ayuda al cerebro,
pero mi razón está afectada por un dolor de huesos.
Ángel blanco
He pensado que podríamos salir un rato esta noche
y volar sobre la arena como antes,
he soñado con tu rostro caliente en mi entrepierna,
con tu divino amor gozando las estrellas,
me he visto morderte el corazón ensangrentado
y sentir tu deseo húmedo chorreando amor sobre mi boca,
he sentido oír tu son de gozo decir las voces de mi nombre,
las pieles han cantado su poesía entre susurros
y la flor de mi deseo se ha hecho alma, amor, en tu nombre.
He pensado que podríamos salir un rato esta noche
y volar sobre la arena como antes,
he soñado con tu rostro caliente en mi entrepierna,
con tu divino amor gozando las estrellas,
me he visto morderte el corazón ensangrentado
y sentir tu deseo húmedo chorreando amor sobre mi boca,
he sentido oír tu son de gozo decir las voces de mi nombre,
las pieles han cantado su poesía entre susurros
y la flor de mi deseo se ha hecho alma, amor, en tu nombre.
Te quiero más que el amor quiere
Te quiero más que el amor quiere
tanto que soy yo tú cuando me abrazas
tanto que eres tú yo cuando te amo.
Te amo más que puede mi alma
y no soy yo cuando me miras
porque ya está en ti mi ánimo
cuando te escucho y ya está en mí
tu amor, cuando me rozas.
Te quiero tanto que no sé si soy yo,
cuando me levanto
o tú, cuando me duermo.
Te amo tanto como no puedo amar
porque no soy yo cuando te amo.
Te quiero más que el amor quiere
tanto que soy yo tú cuando me abrazas
tanto que eres tú yo cuando te amo.
Te amo más que puede mi alma
y no soy yo cuando me miras
porque ya está en ti mi ánimo
cuando te escucho y ya está en mí
tu amor, cuando me rozas.
Te quiero tanto que no sé si soy yo,
cuando me levanto
o tú, cuando me duermo.
Te amo tanto como no puedo amar
porque no soy yo cuando te amo.
Tic tac pequeño
Las flores son cenizas cuando las toco
y su aroma se esfuma cuando las huelo.
Las flores no tienen vida
porque no aman y se marchitan
con el tic tac del reloj
más pequeño,
las flores son cenizas, no valen nada.
Las flores son cenizas cuando las toco
y su aroma se esfuma cuando las huelo.
Las flores no tienen vida
porque no aman y se marchitan
con el tic tac del reloj
más pequeño,
las flores son cenizas, no valen nada.
Por qué el corazón marchitas
Por qué el corazón marchitas
cantando silencios
y cierras los ojos
como dobles crepúsculos
silenciosamente oscuros
doliéndose en cada una de sus pupilas.
Por qué muerdes el músculo voraz
del verbo
achicando, acariciando
encarcelando dolientes las palabras,
en ese cielo tuyo oscuro
como sombra.
Por qué encierras los sonidos
apretándolos en tus labios
bellos, cuando besan.
Por qué las hundes como barcos
ennegreciéndolas en la pena
de tu carne abierta.
Por qué te enlutas de silencio
cuando me hablas
por qué asesinan tus labios las palabras.
Nos conocemos ya hace tiempo
Desde los tiempos de los tiempos
más inmemorables
camino descalza, ausente,
me falta el corazón y las amígdalas,
la respiración, los pulmones,
ando con una pierna menos,
el brazo me duele de andar suelto,
mis oídos no quieren escuchar nada.
Desde los primeros tiempos de la vida
nací coja, tuerta, sin manos,
una nariz menos,
un estómago vacío, arañando el eco.
Nací así a medias,
precisamente mitad de mi, partida
por la mitad.
Desde un tiempo inmemorable
tus ojos me alertaron de mi cojera,
mi ceguera, mis manos hermosas,
mi hambre, mis ganas,
tus ojos me enseñaron mi otra mitad,
que estaba a oscuras, pintada de negro.
Desde un tiempo gris inmemorial
tú has tendido un puente
desde tu boca a la mía,
desde tu costilla de mujer
a mi costilla de mujer,
desde mi pupila encendida a la tuya,
desde tu costado a mi costado,
de tu garganta a mi garganta,
de tus ojos a los míos,
respira mi nariz
y mi brazo ya no camina solo.
Desde los tiempos de los tiempos
más inmemorables
camino descalza, ausente,
me falta el corazón y las amígdalas,
la respiración, los pulmones,
ando con una pierna menos,
el brazo me duele de andar suelto,
mis oídos no quieren escuchar nada.
Desde los primeros tiempos de la vida
nací coja, tuerta, sin manos,
una nariz menos,
un estómago vacío, arañando el eco.
Nací así a medias,
precisamente mitad de mi, partida
por la mitad.
Desde un tiempo inmemorable
tus ojos me alertaron de mi cojera,
mi ceguera, mis manos hermosas,
mi hambre, mis ganas,
tus ojos me enseñaron mi otra mitad,
que estaba a oscuras, pintada de negro.
Desde un tiempo gris inmemorial
tú has tendido un puente
desde tu boca a la mía,
desde tu costilla de mujer
a mi costilla de mujer,
desde mi pupila encendida a la tuya,
desde tu costado a mi costado,
de tu garganta a mi garganta,
de tus ojos a los míos,
respira mi nariz
y mi brazo ya no camina solo.
La estrategia de la memoria
La estrategia de la memoria
despertó los huesos en contacto
imantó tu alma con la mía
hizo del dos un uno
volviendo al eterno retorno uni-dos.
Fumo la semilla del recuerdo
nostálgico, melancólico, aguarado,
desciendo por la escalera otra vez
cuando en el reloj suenan las tres
y contemplo iluminada tu “no digas eso”.
Se me clavan en el pecho
La estrategia de la memoria
despertó los huesos en contacto
imantó tu alma con la mía
hizo del dos un uno
volviendo al eterno retorno uni-dos.
Fumo la semilla del recuerdo
nostálgico, melancólico, aguarado,
desciendo por la escalera otra vez
cuando en el reloj suenan las tres
y contemplo iluminada tu “no digas eso”.
Se me clavan en el pecho
tres pupilas de veneno
subo entonces al pedestal tricórnico
subo entonces al pedestal tricórnico
y abro desolada mis brazos.
Corazón de paso
Ábrete para mi como flor
en primavera,
ahuécame en tu dulce nube,
regazo mío,
lléname de caricias esta noche,
bébete mi tristeza,
despacio, lentamente,
bórrame la piel, la carne, la sangre,
lame con tu músculo de vida
las heridas impasibles de un pasado,
deshaz mi cuerpo en el tiempo,
en el espacio,
acógeme un rato sin tiempo
en tu corazón de paso.
Ábrete para mi como flor
en primavera,
ahuécame en tu dulce nube,
regazo mío,
lléname de caricias esta noche,
bébete mi tristeza,
despacio, lentamente,
bórrame la piel, la carne, la sangre,
lame con tu músculo de vida
las heridas impasibles de un pasado,
deshaz mi cuerpo en el tiempo,
en el espacio,
acógeme un rato sin tiempo
en tu corazón de paso.
Flamenco
Se oye un aullido
en la noche
silenciosamente fuerte
como el quejido de un mudo
arañando las paredes
del infinito.
Se oye un canto triste,
aguerrido,
cuchillos de plata,
enfurecidos,
se enfrentan
mano a mano
con las Parcas.
Se oye un grito
lastimoso
como de un perro
el aullido,
agujereando
el limbo impasible,
acribillando
hirientes
las más recónditas entrañas del hombre.
Voces de lino y de metal
luchan valientes contra la muerte,
un clavel en el ojal
recita versos de amor a la Suerte.
¡Oh aúllo armonioso
de notas adornado
cortejado por tu dama.
De seda su pelo,
la fina guitarra,
enamorada,
te alondra un manto de poéticas escalas.
La Luna,
mártir de tantos agones,
desde el balcón del agua,
alumbra luciérnagas
de oscura plata,
revela sonajas
de férreos azogues,
y, sufriéndose
desde su ático,
abraza dolientes
Se oye un aullido
en la noche
silenciosamente fuerte
como el quejido de un mudo
arañando las paredes
del infinito.
Se oye un canto triste,
aguerrido,
cuchillos de plata,
enfurecidos,
se enfrentan
mano a mano
con las Parcas.
Se oye un grito
lastimoso
como de un perro
el aullido,
agujereando
el limbo impasible,
acribillando
hirientes
las más recónditas entrañas del hombre.
Voces de lino y de metal
luchan valientes contra la muerte,
un clavel en el ojal
recita versos de amor a la Suerte.
¡Oh aúllo armonioso
de notas adornado
cortejado por tu dama.
De seda su pelo,
la fina guitarra,
enamorada,
te alondra un manto de poéticas escalas.
La Luna,
mártir de tantos agones,
desde el balcón del agua,
alumbra luciérnagas
de oscura plata,
revela sonajas
de férreos azogues,
y, sufriéndose
desde su ático,
abraza dolientes
las voces de los hombres.
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