The Bubble de Eytan Fox se abre y se cierra con dos secuencias terribles: en la primera, mostrada con toda crudeza, una mujer árabe embarazada es retenida en un puesto de control con trágicas consecuencias; la última, un atentado suicida, está dada con dolor, pero también con un toque romántico y cargado de poesía.
Noam (Ohad Kholler), es un joven soldado israelí que abandona el ejército y vuelve a su piso de Tel-Aviv donde vive en un mismo piso con Lulú y Yelli, dos jóvenes llenos de vida que al principio del filme tratan de mostrarse al margen del conflicto que sacude su país. A ese piso llega Ashraf, un joven árabe al quien Noam había conocido en el momento de crispación con el que, en el tono documental de la cámara en mano de un periodista, se abre el filme. Entre ellos se inicia una historia de amor imposible, con ecos evidentes de “Romeo y Julieta” de Shakespeare a la vez que un cambio interior en todos los personajes principales secundarios que inician, como los protagonistas, una cruzada pacifista y de activismo callejero, truncada por un estallido que nos devuelve a la sangrienta realidad de las noticias.
La historia de amor nos muestra cómo la homosexualidad es vivida de manera distinta en las dos culturas enfrentando el hedonista Tel-Aviv con sus bares de ambiente, sus tiendas de discos, sus restaurantes… con mundo empobrecido y amenazado donde ha crecido el joven palestino. De la gran metrópoli israelí conoceremos el mundillo aparentemente despreocupado donde el trío israelí parece desenvolverse con soltura, los bares gays, los lugares de trabajo y ocio, lugares en los que aparecen personajes simpáticos o antipáticos, racistas o integradores.
Al otro lado de la franja se desenvuelve el entorno familiar, patriarcal y asfixiante, que rechaza al joven árabe cuando este “sale del armario” y tratan de obligarle a contraer matrimonio. Las fronteras reales y simbólicas, la burbuja que significa aislamiento y una mezcla de temor y confort, el amor en árabe, las sexualidades interraciales y la culpa en hebreo. Esta vez Fox pone toda la carne en el asador y va más lejos al retratar el racismo judío contra los árabes que ya aparecía en algunas secuencias clave de “Caminar sobre las aguas” mostrando con dureza las tropelías cometidas por la armada israelí sobre el lugar al tiempo que muestra los prejuicios del pueblo palestino hacia la homosexualidad.
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